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Las Martí estuvieron en El Radar de Andrea Gómez presentando su nuevo mini EP titulado ‘El café de la Esperanza‘. Un pop con raíces populares inspirados en el barrio La Candelaria, una de las zonas más románticas de la ciudad natal de las compositoras, Bogotá.

Luis Eduardo Parada fue el filmarker encargado de convertir esta historia en imágenes: “Siempre que vamos a la candelaria, encontramos cafecitos para pasar la tarde y disfrutar de buenas conversaciones con una almojábana, buñuelo y un buen café colombiano”.

Andrea y Vanessa Martí nos estuvieron contando que esta nueva canción se hizo de la mano con los productores musicales Fernando Tobón y JC Losada ‘Mr Sonic’. Su lírica se basa en esos amores a primera vista, fugaces, pero que dejan pensando a más de uno en ese encuentro instantáneo.

¿Cómo surgió ‘El café de la esperanza’?

Ha sido un trabajo de seis años en el que mi hermana y yo le hemos puesto mucho esfuerzo, muchísima disciplina y amor a cada canción, a cada letra. El café de la esperanza se hizo porque es necesario recordarla, volver a ella, volver a la semilla de las manos del trabajo de nuestras campesinas, volver a las pequeñas cosas, a las cosas hermosas de la vida, esas son las cosas que hoy nos invitan para levantarnos, para soportar los reveses de la vida en momentos de pandemia. La verdad es un momento soñado.

Esta canción da un toque de optimismo, de fe, de alegría y como dice la canción: ¡De esperanza!

¿Cómo es el proceso a la hora de componer sus canciones?

Nosotras empezamos a escribir canciones desde que teníamos siete años de edad. Todo empezó en un momento muy difícil por el que estaba pasando nuestra familia. Recuerdo una llamada a nuestra madre de nuestra tía abuela, contándole que a nuestro abuelo José lo habían secuestrado. Fue un momento muy impactante para nosotras porque recuerdo la imagen de mi mamá atacada llorando, tuvimos muchas noches oscuras de niñas y fue un momento muy doloroso. Ser víctima del secuestro en Colombia es de verdad una situación lamentable.

Desde ese momento, con mucha rabia en mi corazón y ganas de reivindicar todo ese dolor y transformarlo en alegría, cogimos una guitarra porque esa era nuestra forma de expresar lo que sentíamos. La música fue nuestra mejor medicina, fue una reconciliación con la vida. Desde ahí nos volvimos unas máquinas de escribir canciones.

Fue un proceso muy natural, muy intuitivo, no fue algo que estudiamos en ese momento, pero ese amor por la música, por hacer canciones y esa energía fugaz la queríamos centrar en la música y hasta e son de hoy.

¿De dónde sale toda su inspiración?

Es un misterio porque no hay un lugar que pueda decir ‘ay, en frente del mar me puedo inspirar o en frente de la montaña’. A mí me han llegado canciones en la servilleta o baño de un aeropuerto, en cualquier lugar donde tú simplemente te sientas. Es cerrar los ojos y empezar a recibir mucha inspiración y revelación. El escribir música siempre es como un misterio, yo puedo buscar una letra o primero la melodía. Con mi hermana cuando trabajamos juntas en escribir canciones por lo general yo escribo las poesías y Vanessa le ponía melodía. Somos un perfecto match.

Vea aquí nuestra entrevista completa:

El Café de la Esperanza-Las Martí

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