Muertes, heridos, protestas y la voz alzada de los colombianos están generando impacto a nivel nacional e internacional, debido a la muerte de Javier Ordóñez, un abogado de 45 años, que sufrió fuertes descargas eléctricas y fracturas en su cráneo al parecer por golpizas propinadas por parte de policías, según informó el Secretario de Gobierno de Bogotá.
¿Pero qué llevó a que se generaran protestas violentas, en un país en el que lastimosamente no es la primera vez que entes públicos y de la fuerza armada abusan de su poder? He ahí la respuesta: se quiere un cambio, pues el pueblo está cansado, cansado que se le tome como menos, que se le crea inepto, que se le considere sumiso. A demás de esto en las últimas semanas perdimos la vida de jóvenes en circunstancias que aún se encuentran en materia de investigación, masacre de niños y niñas violadas por funcionarios del estado, sumado a las innumerables vidas perdidas de activistas sociales y ambientales. Eso está pasando en mi país, nos cansamos que nos estén desapareciendo.

Al igual que Ordóñez gritamos “Por favor, no más” millones de veces, pero seguimos sin ser escuchados y en especial los jóvenes, pues un claro ejemplo de ello son los 1.511 homicidios presentados en personas entre los 20 a los 24 años y las 1.359 muertes entre los 25 a los 29 años de edad, según datos del DANE en 2019. Seguimos siendo asesinados, en manos de quienes nos deberían «proteger» (se han generado 400 casos de abuso policial en los últimos meses según un reporte de la Policía que fue filtrado a los medios). Pero claro, desde mi punto de vista la violencia es la manera más carente de querer hacer un cambio, pues pretendemos acabar con la violencia de unos, generando más violencia nosotros y no nos culpo, esta respuesta de defensa la hemos llevado en la espalda por años.
¿Entonces qué deberíamos hacer? No es fácil, pero se puede; debemos empezar a participar política, cultural, social y ecológicamente en nuestro país, debemos apropiar los problemas de unos como nuestros, porque son nuestros, son de la patria en la cual crecimos: Y a qué me refiero con más participación, me refiero a que elijamos bien quien nos representará, las premisas (leyes, ideas e imaginarios colectivos) que nos visibilizarán, entender a través de la educación institucional y no institucional cuáles vías existen para un cambio legal y social, empezar a respetar las filas, a devolver lo que nos encontramos, a no votar basura al suelo y/o no tomar ventaja de los menos favorecidos; desde esas pequeñas acciones empezaremos a cambiar nuestra realidad, que por años ha sido nuestra maldición: la falta de cultura.
Debemos generar espacios de participación y participar en los que actualmente existen (voto, iniciativa popular legislativa y normativa, cabildo abierto, referendo, revocatoria del mandato, plebiscito y consulta popular), aunque en la realidad muchos tendemos a ignorarlas porque creemos que son inservibles o incluso nos da pereza hacer parte de ellas.
Nosotros los colombianos tenemos el control de nuestro país, tanto así que hace unos días se había mencionado un préstamo por US $370 millones a la aerolínea Avianca Holdings S.A. y un ciudadano a través de su demanda logró suspender el desembolso de este, apelando que el Gobierno y Avianca “incurrieron en una vulneración a la moralidad administrativa, al patrimonio público y a la seguridad social, por la aprobación de dicho préstamo”, según un artículo de El Tiempo. Y al igual que este ejemplo podemos encontrar miles, donde el pueblo ha llevado a cabo iniciativas que han generado cambios.
Es momento de hacerlo diferente, es momento de cambiar lo que no funciona y generar ideas colectivas que nos lleven al progreso cultural y social que por años hemos buscado. Lo podemos hacer.