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Hace unos años atrás estaba en una clase de la universidad y le dije a mis compañeros que sentía miedo porque mi vecino era una persona problemática que siempre golpeaba a su mascota y cuando intentábamos detenerlo, nos amenazaba; pero lo más doloroso fue que la mayoría (por no decir todos) no le dieron importancia, me ignoraron y algunos creyeron que era una “exagerada”. ¿Exagerada? Me pregunté, no, no lo era, ellos eran los que no entendían qué se siente vivir con miedo, y aunque ya no vivo cerca a esa persona, cuando llamo a casa y lo escucho entrando a la suya, me da pavor pensar que ese día haya consumido sustancias psicoactivas y le haga algo a mi familia.

Es inimaginable todos los pensamientos e ideas que una persona con miedo puede generar en su mente y lo que es peor, que esos miedos se conviertan en realidad como les ha sucedido a niños, mujeres, negros, hispanos y muchos otros grupos sociales que a veces ni mencionamos como por ejemplo los colombianos. A demás, claro está, de sufrir ansiedad, altos niveles de estrés, depresión, trastornos alimenticios e incluso ser capaz de cometer suicidio o asesinatos

Tenemos que aprender qué es miedo, para conocer lo que aún no hemos entendido.

Y para entenderlo un poco más usaré las descripciones del National Geographic, donde éste genera una sensación biológica y social:

Físico – Biológico: Es la capacidad de concientizar los peligros externos, donde se revisa la información dada por los sentidos y por tanto estar alerta. Lo cual puede generar aumento de la presión arterial, la velocidad en el metabolismo, la glucosa en sangre, adrenalina, tensión muscular, detención de las funciones no esenciales y dilatación de pupilas.

En la sociedad: El miedo ha sido “utilizado en muchas ocasiones por los grandes poderes para controlar a las masas o para moldear a las poblaciones a su antojo.”

Hoy quiero concentrarme en estos dos, porque el primero afectó mi calidad de vida en Colombia y el segundo… También.

El físico – biológico me generó trastornos de sueño pues no podía dormir pensando a qué hora esa persona llegaría y nos haría daño, incluso estando en Estados Unidos debo revisar cada noche que la casa está completamente asegurada. Y el social me causó salir de mi país a buscar nuevas oportunidades, porque a los colombianos nos han infundido el miedo a que todo lo que luzca diferente nos hará más daño, pues es mejor “diablo conocido, que por conocer”.

Un claro ejemplo de lo anterior es la elección presidencial realizada dos años atrás en Colombia donde ganó el candidato denominado como “derecha”, que por cierto han gobernado por casi toda la historia del país, y se nos impuso el miedo “de convertirnos en Venezuela” (por sus crisis económica y gubernamental) al elegir alguien de centro “izquierda”.  Esto suena despectivo, no lo negaré, lo es, pero también es la realidad con la lidiamos en nuestro país.

Y aunque el miedo en sus inicios se dio como una base positiva para estar alerta, hoy se puede decir que ha generado más estragos psicológicos, sociales y políticos de los que muchos se han podido imaginar. El miedo se ha convertido en la manera más vil de mantener la sociedad sumisa, obediente y sin posibilidad de libre pensamiento, pues el miedo nos genera cambios de ideales e incluso creencias. Lo cual, no sólo debe importarle a quien lo sienta, si no también al que cree que no le afecta porque al fin y al cabo dichos temores también podrán dañar sus realidades.

Debemos, como sociedad, empezar a escuchar a aquellos que sienten miedo (no sólo menospreciándolo o ignorándolo)  y mostrarles de manera correcta el camino para salir de ello, ayudarle a que pueda enfrentar con fortaleza todo lo que le asusta y a pensar sin que ello afecte su razón, es así, como lograremos que elecciones como las de mi país o incluso en Estados Unidos tengan resultados más alentadores para el pueblo y no para los que ya tienen el poder.

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